¡Alabado sea Jesucristo!
Febrero 23 del 2014
¡MUCHAS FELICIDADES AMOR!
Muy queridos todos en Cristo Jesús:
Hoy es cumpleaños de mi amada Esposa Lilia. Así que, otra vez ¡Muchas felicidades Nena! Llevamos más años juntos que los que habíamos pasamos sin conocernos. Ella sigue tan bella como cuando la conocí; sin importar los recuerdos que le han dejado algunos años poco amables e ingratos. Nuestro amor ha madurado y se ha vuelto como los buenos vinos: cuanto más se añeja, mejor sabe. Como no hay Santa Lilia (porque el Flos Sactorum Romano, está esperando que la madre de mis hijas sea elevada a los altares, para poner su biografía para ese nombre), tomaré el santo del día de mi propio santoral.
SAN SERENO
El
glorioso monje y mártir San Sereno, fue griego de nacimiento, y trae su genealogía espiritual de aquel gran celador de la honra de Dios y santísimo profeta, Elías; cuyos discípulos y descendientes, desterrándose por los desiertos, vivían sobre la tierra como ángeles en carne humana, como anacoretas. Moraba, pues, San Sereno, en Sirmio de Pannonia (hoy Hungría), donde tenía un huerto que labraba y cultivaba para proveer a su necesario sustento, gastando el resto del tiempo en la contemplación de las cosas celestiales.
Vino un día al huerto del santo una mujer hermosa y liviana, esposa de un gran amigo del emperador, y viendo allí unas flores bellísimas, que el santo había plantado para su honesta recreación, se puso a cortarlas y recogerlas, imaginando que por ser ella señora tan principal, tenía autoridad para todo, y no había de reparar en el disgusto que causaba al humilde solitario, a quien como mujer gentil miraba con serenidad. Mas al mirar nuestro santo la indiferencia de ella, le echó en cara su descortesía; reprendiéndola severamente y diciéndole que no convenía a su persona y calidad, entrar en el huerto de un solitario monje.
La mujer, que así se vio a su parecer, despreciada, escribió una carta a su marido, desacreditando la virtud del honestísimo monje con una atroz calumnia. Obviamente, el celoso marido se irritó sobremanera y acusó a Sereno delante del Emperador, el cual mandó recabar información de aquel falso crimen, para que se castigase al reo como merecía. Dio el santo cuenta de sí con tan admirable llaneza, que bien entendió el juez su inocencia y le absolvió. Entonces, el perverso marido, por instigación de la mala hembra, le acusó y denunció por cristiano y capital enemigo de los dioses del Imperio; por lo cual Maximiano le mandó prender de nuevo y le obligó hacer sacrificio a los ídolos, o al menos hincar las rodillas para adorarlos.
Negándose el santo a esa sacrílega veneración de los demonios, y como perseverase constante en la confesión de Jesucristo, sin que bastasen ruegos y amenazas a quebrantar su Fe, mandó el tirano que le cortasen la cabeza; y en este suplicio recibió el Santo la Corona del Martirio y de su virginal honestidad. Era el año 397 A.D., en el día 23 del mes de Febrero.
Afectísimo en Cristo de todos ustedes,
Antonio Garelli
Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.
͏ ͏ ͏