CTE (Encefalopatía Traumática Crónica)

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Hoy comenzó el Super bowl 2016 y es un evento que despierta interés en muchos lados del mundo, un evento Estadounidense más que nombrado y esperado en México también. 


Con este tema en a mesa, pueden retomarse más temas que todos los equipos en juego y los trofeos levantados año con año. Personalmente, como una futura Neurocientífica, llegó a mi la siguiente historia, que recientemente se dio a conocer por la película Concussion, protagonizada por Will Simith. 


Bennet Omalu, neuropatólogo nacido en Nigeria, ciudadano Americano, que se dedicaba a la neurología forense, en el 2002 logró un gran descubrimiento, al tener en sus manos el cadáver de el ex-jugador profesional de fútbol americano, Mike Webster. Leyenda de los Pittsburgh Steelers, cuatro veces campeón de la NFL. Sus últimos años de vida fueron más que fatales, terminó demente y falleció de un ataque al corazón. su cerebro estaba en manos de Omalu, quien en una tomografía no logró encontrar nada sorprendente, sin embargo, despertaba algo en él así que invirtiendo su propio dinero, realizó un análisis más minucioso al famoso cerebro, un análisis a nivel celular del que se desprendió el gran descubrimiento, y que dio paso al estudio de más de 17 cerebros de ex-jugadores. 


El descubrimiento fue publicado en 2005, pero no obtuvo una respuesta positiva por parte de la NFL, recibió una respuesta más que agresiva, desacreditaban sus estudios, aún sin haber ningún neurólogo en el comité para lesiones cerebrales. 


En 2008, la universidad de Boston creó el primer banco de cerebros dedicado a buscar CTE en veteranos de la liga. Los cadáveres no paraban de llegar. En 2011 y 2012, Dave Duerson (50 años) y Junior Seau (43 años) se suicidaron disparándose en el pecho en vez de en la cabeza como muchos otros ex-jugadores lo habían echo presos de la demencia que el CTE desencadena. El motivo de esa elección lo explicó el primero en su nota de despedida: «Estudien mi cerebro».



Omalu había ganado: «Sólo quería que los jugadores tuvieran el mayor conocimiento posible de la situación; que supieran los riesgos». Y creó que es cierto, que los jugadores estén conscientes de las lesiones que pueden presentárseles, así como saben que pueden fracturarse un brazo o una pierna, sepan que su cerebro juega sin ninguna protección y esto lleva a el CTE. 


La NFL ha cambiado reglas para limitar los golpes en la cabeza y los cascos han mejorado sus diseños para ofrecer más protección. Pero la tecnología tiene límites. «El cerebro es como un flan dentro de una caja que, por sólida que sea, no puede evitar que el flan se desplace con cada golpe. El casco protege el cráneo más que el cerebro. El peligro es evidente», explica José Manuel Moltó, vocal de la Sociedad Española de Neurología.



Imágen tomada de Google.



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