¡Alabado sea Jesucristo!
Ciudad de México, Febrero 4 del 2016.
28.- “PARÁBOLA DEL BANQUETE NUPCIAL”
(Mt 22, 1 – 14)
“Tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas diciendo: ‘El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió a sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía a otros siervos con este encargo: Decid a los invitados: ‘Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda.’ Pero ellos sin hacer caso se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron.
Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad. Entonces dice a sus siervos: ‘La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id pues a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda.’ Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales.
Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: ‘Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?’ Él se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: ‘Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y rechinar de dientes. Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.’”
ACTOS DE PREPARACIÓN:
Voy a hacer uso de todo cuanto yo disponga del don de la Fe, porque en este pequeño pero importantísimo fragmento del Evangelio, hay muchas cosas que no entiendo, pero asumo que son vitales en el mensaje del Señor.
Igualmente, que me permita la Esperanza el anhelo de estar atento a los llamados que Dios me hace en beneficio de mi salvación.
Y que la Caridad colme todo mi ser, como don y virtud eterna que es, a fin de que no solo esté dispuesto a entender, sino ante todo, esté presto a actuar.
PETICIÓN:
Señor mío Jesucristo, mantenme vigilante de tus deseos; que no sea yo sordo a tus mandatos. Que sea diligente a tus palabras.
EL TIEMPO Y EL LUGAR:
Esta parábola, solo la registra San Mateo. Hay una semejante de San Lucas (14, 15 – 24), pero ésta solo se refiere a la negativa de los invitados a asistir a una gran cena (que seguramente era una boda). Además, ni Jesucristo ni Mateo podrían evitarse el gusto de comparar al Reino de los Cielos con una Boda; ambos eran muy galileos, y a los galileos les gustaban mucho las bodas.
La coloca en el mismo discurso parabólico que hace el Divino Maestro en el Templo de Jerusalén, en la última semana de la vida del Señor. Lo hace así, para dejar claramente asentado quién es Jesucristo en el ámbito del pueblo judío; y el tamaño de importancia que tiene.
En ese momento Jesús está rodeado de gente del pueblo (éstos que le han dado la Entrada Triunfal a Jerusalén cantándole alabanzas), y de escribas y fariseos que no dejan de acecharle para poder acusarlo ante el Sanedrín.
LOS PERSONAJES Y ELEMENTOS:
El rey, es Dios. El banquete de bodas del hijo del rey, es la Venida del Hijo del Hombre. Los siervos son los profetas que anunciaron a Cristo durante la existencia del Pueblo de Israel. Los invitados son el pueblo judío, a quienes correspondía el derecho de ser los primeros cristianos. La falta de interés y desobediencia ante la invitación del Rey, es la pérdida total del pueblo de Israel del apego a Dios y sus mandamientos. Los invitados de todos los caminos, somos nosotros, los cristianos no judíos de todos los tiempos posteriores al Señor; soy yo, que sí he respondido a la invitación del Rey a la Boda de Su Hijo.
MEDITACIÓN:
Esta es una de esas parábolas que Jesucristo dijo, que no pueden dejar de tener alguna aplicación personal para mí en el ejemplo en sí, o en el significado del mismo desde el punto de vista Evangélico, (bien sea por mi propia boda o por la invitación a alguna).
No creo que exista alguna persona con la edad adecuada, que no haya sido invitada a una boda o que no haya asistido a alguna, aún sin invitación. En otras palabras, todos sabemos por experiencia propia lo que es una boda; bien sea como protagonistas o simplemente como invitados. Todos podemos ponernos en el papel del rey, de los invitados malagradecidos, del hijo que se casa o de los invitados eventuales que sí asistieron. Pero en esta ocasión, el mensaje del Señor en su significado más profundo, habla de la gran alegría que algunos (los menos) desecharon, y el gran gozo que muchísimos hemos podido disfrutar.
La invitación ha sido para mí, directamente de Dios, a partir de mi Bautismo. En ese momento recibí sus grandes dones: el Espíritu Santo, la Fe, la Esperanza y la Caridad. Todo esto es un regalo Providencial que me ha servido para poder entrar en “El Banquete Nupcial” que es la Santa Iglesia Católica y disfrutar las viandas más exquisitas que son la Fe Cristiana y el Magisterio de la Iglesia. ¿Que si tengo Espíritu Santo? ¡Por supuesto que sí!; sin Él no puedo asirme a las Virtudes Teologales. Sin Él, solo creería de mi Fe lo que mi escaso conocimiento alcanza a comprender; perdiendo así la infinita amplitud de su revelación y la oportunidad de mi trascendencia.
Sin el Espíritu Santo, mi Esperanza se limitaría a un simple y humano deseo de la salvación; dejando de lado el anhelo inconmensurable que nace en el alma por querer estar con Dios. Sin Espíritu Santo mis actos de Caridad quedarían en ‘servicio social’ o en el mejor de los casos, en ‘aplicación del bien común’; desaprovechando la oportunidad única de revestirme de Dios, ‘que es amor’. Por eso Dios me da de Su Espíritu Santo, para que yo pueda accesarlo a Él; para que no me quede en mi limitadísima condición humana y para que busque Su Gloria.
¿A cuántos ‘siervos del rey’ he desoído durante mi vida, rechazando la invitación al ‘banquete nupcial’ que es su Iglesia? ¿Cuántas veces he rechazado con mis actitudes la invitación del rey a gozar con Él? Y todavía queda el asunto más importante, ¿estoy en el banquete y no me he ‘revestido de amor, que es el vínculo de la perfecta unión’, como dice San Pablo? ¿Me he atrevido a entrar al banquete con cualquier apariencia que no corresponde a la solemnidad propia de Dios?
¡Cuidado! Porque no basta solamente ser invitado, hay que presentarse de acuerdo a la ocasión. No basta que yo sea católico, es necesario que se me vea el Amor de Cristo; que lo refleje, que lo transmita, que sea testimonio de él. Es indigno aquél que se dice cristiano y su testimonio es contrario al Amor. ¿Será que mi forma de actuar vaya a hacer que El Rey diga de mí. . . ‘Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y rechinar de dientes. Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.’? Mejor me corrijo, esta es una buena oportunidad para hacerlo.
FRUTO:
VOY A ESCRIBIR DOS PROPÓSITOS TANGIBLES Y ALCANZABLES QUE DEBERÁN CAMBIAR MI VIDA, A FIN DE SER UNA PERSONA CONGRUENTE ENTRE LO QUE ACABO DE APRENDER DE JESUCRISTO Y LO QUE DEBO HACER COMO UN DIGNO SEGUIDOR DEL SEÑOR.
1
2
ORACIÓN A MARÍA:
Virgen Santísima, Tú que eres modelo de aceptación de la voluntad de Dios en la vida, ayúdame a encontrar el camino que he de seguir para imitar tus cualidades y lograr así acatar mi existencia al plan de Divino.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
PADRENUESTRO – AVEMARÍA
En el nombre del Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.
Afectísimo en Cristo de todos ustedes,
Antonio Garelli
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Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.