EL DISCURSO DE PEDRO (64 de 77)

Posted on at


¡Alabado sea Jesucristo!

 

México, D.F., Junio 22 del 2015

VI.11.- EL DISCURSO DE PEDRO

(Hc 2, 14-36)

“Entonces Pedro, presentándose con los Once, levantó la voz y les dijo:

“Judíos y habitantes todos de Jerusalén:

Que os quede esto bien claro y prestad atención a mis palabras: No están éstos borrachos, como vosotros suponéis, pues es la hora tercia del día, sino que es lo que dijo el profeta:

            ‘Sucederá en los últimos días, dice Dios: Derramaré mi Espíritu sobre toda carne y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán visiones y       vuestros ancianos soñarán sueños.  Y yo sobre mis siervos y sobre mis siervas      derramaré mi Espíritu. Haré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra.  El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes de que llegue el Día grande del Señor.  Y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.

Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el Nazoreo, hombre acreditado por Dios entre nosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, a éste, que fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; a éste, pues, Dios le resucitó librándole de los dolores del Hades, pues no era posible que quedase bajo su dominio; porque dice de Él David:

            ‘Veía constantemente al Señor delante de mí, puesto que está a la derecha, para     que no vacile.  Por eso se ha alegrado mi corazón y se ha alborozado mi lengua,  y hasta mi carne reposará en la esperanza de que no abandonarás mi alma en el   Hades ni permitirás que tu santo experimente la corrupción.  Me has hecho conocer caminos de vida, me llenarás de gozo con tu rostro.

Hermanos, permitidme que os diga con toda libertad cómo el patriarca David murió y fue sepultado y su tumba permanece entre nosotros hasta el presente.  Pero como él era profeta y sabía que Dios ‘le había asegurado con juramento que se sentaría en su trono un descendiente de su sangre,’ vio a lo lejos y habló de la resurrección de Cristo, que ni fue abandonado en el Hades ni su carne experimentó la corrupción.

A este Jesús Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos.  Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís. Pues David no subió a los cielos y sin embargo dice:

            Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra

            hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies.

Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel: que Dios ha constituido Señor y Cristo, a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado.””

 

            ¡¡¡Esta es la primera vez que Pedro hace un discurso en público!!!  Y la retórica usada es de un verdadero Gran Maestro.  ¡Qué cosas logra Simón con el Espíritu Santo!  O mejor dicho: ¡Qué cosas logra el Espíritu Santo con Simón! ¡Ahora sí, Satanás, se te acaba de multiplicar el trabajo en gran medida!

            El discurso de San Pedro tiene todo cuanto un experimentado orador pueda incluir: una introducción certera y captadora de la atención de su público; una narración inicial con los antecedentes del tema que tratará; un desarrollo exacto de cuanto quiere decir en fondo y forma; y una conclusión determinante que no admite contraposición.  Es toda una pieza de la oratoria de la humanidad. ¡Y la dijo un iletrado galileo!

            ¿Dónde quedó Simón, el sencillo e inculto pescador de Galilea?  ¡Ya no existe más! Ahora tiene Espíritu Santo y se está cumpliendo en él todo cuanto el Señor le profetizó: “...Sígueme, que yo te haré pescador de hombres...” “...Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia...”  “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?. . . Apacienta mis ovejas. . .” Y tantas otras frases y oraciones qué recordar de Jesucristo hacia él.

            ¿Dónde está el tozudo e impetuoso galileo, ‘diestro’ en el manejo de las armas, que queriendo partirle la cabeza con una espada a un guardia, solo logró cortarle la oreja? ¡Jamás le veremos así otra vez!  Ahora tiene Espíritu Santo y sus armas para ‘predicar el Evangelio a todas las naciones’ son otras muy distintas; empezando con el amor, por ejemplo. 

            ¿Dónde está el cobarde ‘amigo’, capaz de negar a su Señor en los peores momentos de éste?  ¡Se ha ido para siempre!  Ahora tiene Espíritu Santo y sabe que perder su vida en el Señor, es ganar la Vida Eterna en Dios.  Y si esto ha logrado el Espíritu Santo con el más difícil de todos los discípulos de Jesús de Nazaret, Simón Pedro, ¿qué no logrará con los otros? 

            Te lo digo, Satanás, ¡se te acaba de multiplicar el trabajo ‘al ciento por uno’!  La ‘semilla’ que El Sembrador ha sembrado, ya está dando sus frutos.  Tan solo en esta ocasión, narra San Lucas: ‘Los que acogieron su Palabra fueron bautizados.  Aquel día se les unieron unas tres mil almas’.  A partir de este día, ¡el acecho del Demonio será como una bendición!

 

Afectísimo en Cristo de todos ustedes,

  

Antonio Garelli

 

 

También me puedes seguir en:

www.demilagrosydiosidencias.blogspot.mx

Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.



About the author

160