Según Aristóteles la virtud se encuentra en el punto medio del exceso y el defecto, es decir evitar el vicio y a la vez la abstinencia. Las emociones pueden plantearse de la misma manera, encontrando un punto de equilibrio entre la razón y el corazón, mostrarse alegres, sin elevarse al éxtasis, aceptarse a uno mismo, sin llegar a la admiración o la vanidad.
Los psicólogos John Mayer y Peter Salovey propusieron el concepto de inteligencia emocional en 1990, defendiendo la idea del éxito integral, en el que las habilidades lógicas, deportivas, lingüísticas, musicales, etc. Van de la mano con el auto control y autorregulación emocional que se logra a través de un reconocimiento de las propias emociones dominantes.
El escritor Daniel Goleman, profundiza en el tema para ser utilizado en la cotidianeidad empresarial, concluyendo una clasificación de habilidades. Autoconciencia, autorregulación, motivación, empatía y habilidades sociales, que favorecen a la persona a elevar su confianza en sí mismo, autocrítica, apertura al cambio, optimismo, compromiso, el arte de escuchar, la capacidad de resolver acertadamente un conflicto así como capacidad para formar y retener un talento.
El balance de las emociones es presto a que la persona perciba todos los estímulos que se generan a su alrededor. El manejo de las emociones produce mejores ideas. Un estudio realizado con una muestra de 500000 personas muestra que el éxito profesional está sumamente enlazado con la llamada Inteligencia Emocional, revelando que el 90% de las personas con cargos directivos controlan eficazmente sus emociones, es decir, logran un balance entre el exceso y el defecto, ejemplo, solo menos del 40% de los profesionistas son capaces de reconocer sus emociones y mantenerlas en un punto medio al exteriorizarlas, comparado con el otro 70% al que le es imposible serenarse mientras se le presente un desacuerdo.
Podríamos llegar a la conclusión de que la generación de ideas, planes, innovaciones y creaciones pueden deberse a personas selectas que han logrado el objetivo de escucharse, autocriticarse, aceptarse, ser asertivos y formar liderazgo empático y creativo.