EL NACIMIENTO DEL NIÑO DIOS (3de77)

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¡Alabado sea Jesucristo!

 

México, D.F., Julio 17 del 2014

 

I.3.- EL NACIMIENTO DEL NIÑO DIOS

(Lc 2, 1-7)

 

“Sucedió que por aquellos días salió un decreto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.

Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta.

Y sucedió que, mientras estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.”

 

Es tan bello, es tan sencillo este pasaje Bíblico, que nadie supondría que el Demonio esté al acecho del Mesías; y sin embargo ahí está.

 

Analicemos entre líneas el significado de todo esto. Lucano abunda en los detalles de los acontecimientos mundiales ajenos al nacimiento de Jesús, cosa que no hacen ni Mateo ni Marcos, solo para alentar nuestra racionalidad (sin quererlo), hasta el límite. Primero nos da los datos:

 

César Augusto (Gayo Julio César Octavio; 63 a.C. a 14 d.C.),

Gobernante del Imperio Romano al que el Senado otorgara el título de Augustus (Latín: santo, consagrado, majestuoso, venerable), solo para poder proclamarlo Emperador a la edad de 19 años; después de la muerte de Julio César, al que habían asesinado precisamente por haberse autoproclamado Emperador.

 

Cirino (Publio Sulpicio Cirino; 51 a.C. a 21 d.C.).

Político y soldado de carrera del Ejército Romano; Gobernador de Creta, Cirene, Panfilia - Galacia y Siria. Hombre de las confianzas de los Césares, Augusto y Tiberio. Ejecutor de muchos censos en el Imperio Romano.

 

Los datos los pone San Lucas en sus escritos sobre el Evangelio, para que no haya duda; para que hasta los más escépticos puedan comprobar lo que él está asentando. Y aún así, todavía hoy, hay quienes no creen.

 

El populus, el pueblo romano de la República, era contrario a los levantamientos de censos; decían ellos que solo servían para magnificar las matanzas de bárbaros en sus conquistas. Alguna vez el Senado le sugirió a Julio César que se levantara un censo entre todos los súbditos de Roma, para poder calcular los impuestos que podrían ser cobrados por provincia y prever los recursos de campaña. Julio César respondió que eso no era necesario, ya que:   “. . . todos los seres vivos, y aún los muertos, habrán de pagar tributo a Roma.

 

Así de contrarios eran los romanos para los conteos; sin embargo, a partir de César Augusto, los empadronamientos se volvieron una costumbre en todas las provincias del Imperio. Un cambio muy de raíz, para que sea ‘casual’.

 

Y por lo que respecta al viaje, lo mismo hubiera dado (ya que el censo era recaudatorio de impuestos), en dónde se registrara alguien; pero ahora la orden había sido más precisa: cada quien en la ciudad en donde hubiese nacido.

 

Todos estos son demasiados cambios, y además en muy poco tiempo, para ser simplemente concurrencia de hechos. Algo se estaba tramando con ello.

 

Aún en nuestros días, y viajando por las modernas carreteras que existen, sería tortuoso recorrer el camino que va de Nazaret a Belén si fuésemos caminando. Son ciento cincuenta kilómetros de cerros de rocas, pendientes muy empinadas y arena volando por todas partes; esto sin considerar el sol que cae a plomo, produciendo temperaturas superiores a los treinta grados centígrados al medio día, aún en Invierno. Ahora, aumenten el estado de embarazo de María. Yo creo que todo esto tenía algo más que coincidencias. Y si creen que el viaje en burro es más cómodo, créanmelo, ¡no lo es, es casi peor que caminar!

 

Un dato más. En tiempo de Jesús, la mortalidad infantil era mayor del treinta por ciento entre la concepción y la primera semana de nacidos. Las mujeres pueden entender muy bien lo que voy a decir, los hombres en obvio del género, no podemos: a todo lo anterior, agréguenle que están en el noveno mes de embarazo.

 

Por más que hayan salido a buen tiempo, con el lento caminar de la amadísima esposa de José, debieron haber hecho más de diez días en el trayecto; lo que significa que cuando llegaron a Belén, todos los lugares de hospedaje estaban ocupados. Además, la insalubridad de esos lugares era por demás dañina e impropia para atender un nacimiento; y ni qué decir del pesebre. Todo se les complicó al humilde carpintero avecinado en Nazaret y a su exquisitamente fina y delicada esposa. Si no pienso en ‘las malas intenciones de alguien o de algo’ para que el Niño Dios no naciera, entonces es que soy un iluso o un incrédulo.

 

            Y sin embargo. . . Jesús nació. Nada de lo que he descrito impidió que el Verbo se Encarnara; que Dios se Hiciera Hombre y que los cientos de profecías sobre el Mesías se cumplieran al pié de la letra. Por más que acechó el Demonio, por más que puso condiciones adversas a las normales, los Santos del Señor pudieron vencer las dificultades para que Él viniera al mundo.

 

Afectísimo en Cristo de todos ustedes,

 

 

Antonio Garelli

 

 

 

Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.

 

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