¡Alabado sea Jesucristo!
México, D.F., Diciembre 30 del 2015
23.- “PARÁBOLA DE EL RICO Y LÁZARO”
(Lc 16, 19 – 31)
“Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico… pero hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado.
Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: ‘Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama.’ Pero Abraham le dijo: ‘Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros.’
Replicó: ‘Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento.’ Díjole Abraham: ‘Tienen a Moisés y los profetas; que les oigan.’ Él dijo: ‘No padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán.’ Le contestó: ‘Si no oyen a Moisés y los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite.’”
ACTOS DE PREPARACIÓN:
Si no fuera por la Fe, estas sapientísimas palabras de Jesús de Nazaret jamás podrían formar parte de mi intelecto; pero, gracias a Dios, poseo este bendito Don y ahora más que nunca voy a aplicar sus bondades.
Solo así lograré que la Esperanza, que mantiene vivo mi deseo de acceder a la presencia de Dios, actúe en mi alma en beneficio de mi prójimo.
Porque es menester que me funda en la Caridad, para que deje de ser yo quien actúe y sea Cristo quien se manifieste en mí.
PETICIÓN:
Jesucristo, Señor y Redentor mío, entra en mi corazón y planta en él la humildad que requiero para dilucidar con claridad mis miserias humanas, de tal forma que pueda asirme a Tu Palabra para mi salvación.
EL TIEMPO Y EL LUGAR:
Solo en este último viaje permaneció El Divino Maestro por más de un día en Jericó. No tenía prisa; se nota en la frecuencia, duración y profundidad de las parábolas que Jesús dijo en esa ocasión, y que los evangelistas registraron para todos nosotros. Está a menos de diez días de su Pasión y quiere aprovechar todo el tiempo que le sea posible en la predicación de La Buena Nueva.
Está rodeado de ricos, poderosos, influyentes, escribas y fariseos que le persiguen por donde va para acosarlo y hacerle caer en sus declaraciones. ¡Pobres ilusos, no saben a quién quieren emboscar!
LOS PERSONAJES Y ELEMENTOS:
El hombre rico soy yo; que ni se me ocurra pensar que soy Lázaro. El Padre Abraham, es Dios. Lázaro, son todos aquellos justos que siempre han aguardado la misericordia de Dios a través de mis acciones, porque ellos saben que así puede ser; pero se han quedado esperando.
MEDITACIÓN:
La esencia de esta magnífica parábola, el Juicio Final individual, es lo único que realmente me ha preocupado durante toda mi vida. Después de haber recibido tantas gracias de parte de Dios, como mi familia, mis dones personales y mis amigos; me resulta angustioso enfrentar mi propio Juicio, y me surgen dudas y cuestiones muy elementales: ¿Tuve siempre presente en mi vida a Dios? ¿Habré hecho suficiente para su alabanza con lo que Él me dio? ¿Le glorifiqué en todo cuanto llegué a representar y ser? ¡Qué difícil situación es ésta!
Muchas, pero muchas ocasiones me he comportado como ‘el hombre rico’: egoísta, derrochador, parrandero e insensible; y aunque después de ese tipo de comportamientos recapacito y busco el perdón y la reconciliación con Dios, vuelvo a caer en los excesos y en las faltas de caridad. Por eso me preocupa mi Juicio Final personal, porque no logro mantenerme en estado de santidad. Es cierto (como lo dice San Pablo), soy ‘materia caída por el pecado’; pero también es cierto que tengo inteligencia, voluntad y libertad para buscar hacer solamente el bien. Me falta entrega a Jesucristo, me falta tenacidad en la lucha, me falta donación a Dios. Esa es la verdad; por eso no permanezco en el camino de la salvación.
Veo la desgracia de otros y me afano por ser indiferente a ella. Tengo conciencia de las necesidades, a veces de las más elementales, de mis ‘prójimos’ (los más próximos a mí), y permanezco inmóvil para su ayuda. Y no me refiero solamente a lo material, pues también soslayo sus requerimientos espirituales con mi inacción para ayudarlos a acercarse a Dios. Muchas, muchas veces soy como el ‘hombre rico’ de la parábola.
¡Cuánta verdad hay en esta parábola! El diálogo entre el Padre Abraham y el ‘hombre rico’, es idéntico a muchos que he sostenido con Dios. Pero igual que los Escribas y Fariseos que perseguían a Jesús, hago caso omiso de las últimas frases:
‘Si no oyen a Moisés y los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite.’ ¡Y que conste que yo sí creo en la Resurrección del Señor! Luego entonces, soy peor que aquéllos incrédulos si no modifico mi proceder respecto al prójimo y le amparo con todo cuanto tengo, soy y represento. ¡Para eso he recibido dones, bienes y talentos: para transmitirlos!, no solo para mi beneficio.
Si hasta hoy yo no había entendido así este Evangelio, estoy más o menos justificado; pero desde hoy no tengo más opción que la donación, la Caridad en todas sus manifestaciones y una sincera enmienda del bien que he dejado de hacer, amén de mis pensamientos, palabras y obras en la transmisión del amor.
FRUTO:
VOY A ESCRIBIR DOS PROPÓSITOS TANGIBLES Y ALCANZABLES QUE DEBERÁN CAMBIAR MI VIDA, A FIN DE SER UNA PERSONA CONGRUENTE ENTRE LO QUE ACABO DE APRENDER DE JESUCRISTO Y LO QUE DEBO HACER COMO UN DIGNO SEGUIDOR DEL SEÑOR.
1
2
ORACIÓN A MARÍA:
Virgen Santísima, intercede por mí ante Tu Hijo, y haz posible que igual que Tú, sea yo ‘esclavo del Señor’ y pueda cumplir sus palabras.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
PADRENUESTRO – AVEMARÍA
En el nombre del Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.
Afectísimo en Cristo de todos ustedes,
Antonio Garelli
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Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.