¡Alabado sea Jesucristo!
México, D.F., Junio 30 del 2015
VI.12.- LA APREHENSIÓN DE LOS APÓSTOLES
(Hc 5, 17-21)
“Entonces se levantó el Sumo Sacerdote, y todos los suyos, los de la secta de los saduceos, y llenos de envidia, echaron mano a los apóstoles y les metieron en la cárcel pública. Pero el Ángel del Señor, por la noche, abrió las puertas de la prisión, les sacó y les dijo: ‘Id, presentaos en el Templo y decid al pueblo todo lo referente a esta Vida.’ Obedecieron, y al amanecer entraron en el Templo y se pusieron a enseñar.”
Por supuesto, ¡el acecho del Demonio contra el Mesías siguió, ha seguido y seguirá! Ahora contra los Apóstoles de Jesucristo, a los cuales les habrá dado mucho gusto constatar la veracidad de las palabras del Divino Maestro, dichas en el ‘Sermón de la Montaña’, que todos conocemos como “Las Bienaventuranzas”. En éstas, predicadas por Cristo Jesús en el primer año de Su Ministerio, dirige a sus discípulos específicamente la Novena de ellas, diciendo:
“Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.” (Mt 5, 11)
¡Qué pronto y qué puntualmente se está cumpliendo lo dicho por Jesucristo! Ahora, ya llenos todos del Espíritu Santo pueden ver claramente la trascendencia del Evangelio y la Divinidad de Jesús. Cuánto ha servido para todos (entonces y ahora), contar con el Paráclito, sin el cual permaneceríamos en el ‘nivel puramente humano’ de cuanto enseñó Cristo.
Por supuesto que van a conservar su vida; no la dejarán fácilmente en las manos del Satán y sus secuaces; pero hoy los ataques del Demonio son santificadores si estamos unidos al Espíritu Santo, si permanecemos en unión con Cristo Jesús, si somos uno con el Padre. Ya en nada se parece nuestra posición desventajosa anterior con la actual, ya podemos obtener la Salvación que Cristo ganó para nosotros. Antes nada y solo pecado; ahora todo y Dios. Así resultó el sacrificio de Jesucristo, en ganar más de lo que antes teníamos; porque si no hubiese habido pecado, viviríamos eternamente en el mundo; pero habiendo sido Redimidos por Cristo, hemos ganado la eternidad en la Gloria de Dios.
Entonces lo entendieron perfectamente bien los Apóstoles y Discípulos; hoy también nosotros lo entendemos: no importan los acechos del Demonio si permanecemos fieles a la Palabra de Dios, porque ello significa nuestra santificación.
VI.13.- EL MARTIRIO DE ESTEBAN EN EL 36 d.C.
(Hc 7, 54-60)
“. . . Al oír esto, sus corazones se consumían de rabia y rechinaban sus dientes contra él. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba en pié a la Diestra de Dios; y dijo: ‘Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre que está en pié a la diestra de Dios.’
Entonces, gritando fuertemente, se taparon sus oídos y se precipitaron todos a una sobre él; le echaron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearle. Los testigos pusieron sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo.
Mientras le apedreaban, Esteban hacía una invocación: ‘Señor, Jesús, recibe mi espíritu.’ Después dobló las rodillas y dijo con voz fuerte:
‘Señor, no les tengas en cuenta este pecado.’ Y diciendo esto, se durmió.”
Inmediatamente antes de este acontecimiento, San Esteban, el Primer Mártir de los Cristianos después de Cristo Jesús, había dado un discurso tan completo de la Historia de la Salvación, que hasta nuestros días es un ejemplo de cómo puede estructurarse una prédica al respecto. Conviene leerlo (Hc 7, 1-53). Para este momento, los que han tomado la Fe del Evangelio son muchos más que los Doce Apóstoles, o los ciento veinte que recibieron el Espíritu Santo en Pentecostés, o los tres mil que fueron bautizados ese mismo día por Pedro y los Once en Jerusalén. Son muchos miles en las ciudades y lugares importantes de todo el Imperio Romano, y más allá.
Han transcurrido más de tres años de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo Jesús; los Apóstoles y Discípulos se han dispersado por todos los confines conocidos del mundo. Hay evidencia de la estancia de Mateo Apóstol y Evangelista, en Etiopía; del Apóstol Santiago el Mayor en Hispania; de Andrés Apóstol en Acaya, Grecia; de Bartolomeo Apóstol en la India; de Felipe Apóstol en Bitinia, Asia Menor; de Judas Tadeo en Germania; de Tomás Apóstol en Macedonia y de Juan Apóstol y Evangelista en Éfeso, Grecia. Igualmente los discípulos han viajado a lugares tan distantes como Bretaña, José de Arimatea; o Cartago, el mismo Esteban.
Miles y miles (preferentemente judíos simpatizantes) han sido convertidos y bautizados; y eso que la predicación del ‘Apóstol de los Gentiles’, Saulo de Tarso, San Pablo, aún no se ha iniciado. Para cuando esto se dé, cientos de miles habrán abrazado la Fe en Jesucristo con gran alegría y fidelidad.
¡Hagas lo que hagas, Satanás, ya nada detendrá el crecimiento sostenido del Evangelio! ¡Perdiste! Nada lograste contra los Benditos del Señor; ¡solo confirmarlos en la Fe, con sus sufrimientos; y en la Salvación, con su martirio!
Afectísimo en Cristo de todos ustedes,
Antonio Garelli
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