¡Alabado sea Jesucristo!
México, D.F., Julio 21 del 2015.
En el nombre del Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo +. Amén.
PADRENUESTRO
“Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; . . .”
AVEMARÍA
“Dios te salve, María, llena eres de gracia. . .”
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
“Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía Tu Espíritu Creador. Y renueva la faz de la tierra. Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a sus inspiraciones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.”
1.- “EL HOMBRE QUE EDIFICÓ SU CASA SOBRE LA ROCA”
(Lc. 6, 46 – 49)
“¿Por qué me llamáis: “¡Señor!” “¡Señor!” y no hacéis lo que os digo? Os mostraré a qué es semejante todo aquél que acude a mí y escucha mis palabras y las pone en práctica. Es semejante a quien, al construir una casa, excavó y ahondó para echar los cimientos sobre la roca. Al llegar la inundación, el río chocó con ímpetu contra la casa, pero no pudo demolerla por estar bien construida. Por el contrario, el que escucha pero no pone en práctica, es semejante al que construyó una casa sobre la tierra, sin cimientos, y que, al chocar el río contra ella, se desplomó al momento.”
ACTOS DE PREPARACIÓN:
Señor, deseo estar consciente de mi Fe, de la dimensión en donde ella me puede ubicar atendiendo el mensaje que en este momento voy a recibir de Ti, mi querido Redentor y Salvador.
Quiero mantener viva la llama de la Esperanza, como el único medio a través del cual puedo permanecer unido a Ti, a tus sus enseñanzas y promesas de salvación.
Voy a preparar todo mi ser en función de la Caridad, para poder transmitir con acciones concretas el Amor de Dios a los hombres, mis hermanos, que se manifiesta primero en Su Palabra e inmediatamente después en Sus Actos de misericordia hacia nosotros.
PETICIÓN:
Señor, permíteme entender tu palabra y la trascendencia de tu mensaje, a fin de aprovechar al máximo este momento de acercamiento a Ti.
EL MOMENTO Y EL LUGAR:
Es el segundo año del Ministerio del Señor. Ya recorre toda la Galilea, no solo las orillas del Lago de Genesaret como ocurría frecuentemente al inicio de su predicación. Inclusive ya ha ido varias veces a Judea. Ha realizado muchos milagros de curaciones y expulsión de espíritus malignos; ha tenido diversos contactos con multitudes y ya escogió a sus Doce Apóstoles. Le sigue una gran cantidad de personas: algunos se consideran a sí mismos como sus discípulos, otros como sus seguidores, pero la mayoría son gente ávida de recibir una palabra de aliento, de esperanza y de consideración.
Ha regresado a Cafarnaúm para predicar en las sinagogas. Esta parábola es el final de los discursos y enseñanzas de Jesús en lo que conocemos como “El Sermón de la Montaña”, en donde se narran también las Bienaventuranzas. Está a las afueras de la ciudad, en la orilla del Mar de Galilea.
Sabemos que se dirige a sus discípulos en general (no a los Apóstoles en particular), pues muchos de ellos, aunque le siguen cotidianamente, continúan comportándose como si no conocieran sus designios de la Buena Nueva. Son a éstos a los que se refiere cuando pregunta: “¿Por qué me llaman: ¡Señor! ¡Señor!...?”
Es la incongruencia de esa gente que ya le conoce desde hace un año, que ya sabe que el Evangelio implica una nueva forma de vida, y sin embargo, no han modificado su proceder respecto del mundo en el que viven.
LOS PERSONAJES Y ELEMENTOS:
El Hombre que Construye representa a cada uno de nosotros, ya sea que cimentemos en roca o en tierra; la casa construida es la ‘nueva forma de vida’ que hemos de edificar tomando en cuenta las Palabras de Jesús; la inundación son las adversidades que habremos de sortear como discípulos del Señor, fieles a sus mandatos.
MEDITACIÓN:
El planteamiento del Señor es muy claro: escuchar sus palabras y ponerlas en práctica redundará para cada cual en fuerza, firmeza y resistencia ante los embates del mal. Por supuesto que no basta llamarle “¡Señor!”, “¡Señor!”. De nada me sirve reconocerle su majestad y gloria si mi proceder es contrario a sus mandatos; de nada me vale ante Jesús pretender ser una cosa buena por fuera y ser realmente algo malo en el interior.
Cuánto despreciará Jesús de Nazaret esa actitud humana de falsedad, mentira y engaño; cuánto la sufrirá de sus discípulos y Apóstoles. Sí, reconocerlo como Señor es importante para cada uno, pero más importante es ser súbdito de sus palabras, ejecutor de sus mandamientos, vasallo de sus órdenes y esclavo de su voluntad.
El camino está claramente señalado por Jesús: si quiero que mi casa (llámese obra, conocimiento o voluntad) resista los embates del mal, entonces he de cimentar sobre roca (que son el bien, la verdad y el amor), para salir triunfador en la lucha contra las aguas turbulentas de la adversidad (representando el mal, la mentira y el rencor), que atacarán irremediablemente mi actuar, en razón de querer agradar a Jesucristo. No debo olvidar que soy materia caída por el pecado, y al demonio le interesa que permanezca así. Porque sin Cristo, estoy a expensas de su maldad, soy presa fácil de sus engaños, padezco en carne propia sus intrigas.
Solo el que escudriña a fondo, el que cree sin reservas en el mensaje del Señor, el que deposita la confianza en su palabra de salvación y ofrece el amor como respuesta a sus acciones, llega a cimentar en la roca firme de la Voluntad de Dios, que es la base segura y confiable para afrontar el mal.
Que me quede muy claro: hoy Cristo Jesús me está llamando a la sinceridad, al desapego de la falsedad. Me quiere súbdito, porque Él acepta que yo le reconozca como mi Señor; pero ante todo me quiere obediente, para aceptar su palabra, sus designios en mi vida.
FRUTO:
VOY A ESCRIBIR DOS PROPÓSITOS TANGIBLES Y ALCANZABLES QUE DEBERÁN CAMBIAR MI VIDA, A FIN DE SER UNA PERSONA CONGRUENTE ENTRE LO QUE ACABO DE APRENDER DE JESUCRISTO Y LO QUE DEBO HACER COMO UN DIGNO SEGUIDOR DEL SEÑOR.
1
2
ORACIÓN A MARÍA:
Madre Santísima, tú que estuviste presente en todas las enseñanzas de Jesús y aceptaste incondicionalmente sus designios, intercede por mí ante Él, a fin de que yo acate sus palabras como mandamiento de vida y sea digno de llamarme su seguidor. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
PADRENUESTRO – AVEMARÍA
En el nombre del Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo +. Amén.
Afectísimo en Cristo de todos ustedes,
Antonio Garelli
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Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.