"LA CIZAÑA" (3)
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¡Alabado sea Jesucristo!
México, D.F., Agosto 6 del 2015
En el nombre del Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo +. Amén.
PADRENUESTRO
“Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; . . .”
AVEMARÍA
“Dios te salve, María, llena eres de gracia. . .”
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
“Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía Tu Espíritu Creador. Y renueva la faz de la tierra. Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a sus inspiraciones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.”
3.- “PARÁBOLA DE LA CIZAÑA”
(Mt 13, 24 – 30 y 36 – 43)
“Jesús les propuso otra parábola: “El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró grano bueno en su campo. Pero, mientras la gente dormía, vino su enemigo, sobresembró cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó, pues, la hierba, y dio grano, apareció también la cizaña. Y fueron los siervos al dueño de la casa y le dijeron: “Señor ¿no sembraste grano bueno en tu campo? ¿Cómo, entonces, tiene cizaña?” Les respondió: “Algún enemigo ha hecho esto”. Le preguntaron: ¿Quieres que vayamos a recogerla?” Mas él respondió: “No. No sea que al recoger la cizaña, desarraiguéis también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega. Y al momento de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y al trigo juntadlo en mi granero.””
ACTOS DE PREPARACIÓN:
Aprovechando este gran don que Dios me ha dado de la Fe, me presentaré ante Él con plena disposición para escuchar sus mandatos y la manera que Él quiere que yo los ponga en práctica en mi vida.
Que todo mi ser se fortalezca con la Esperanza, bendición única que me permite aguardar la realización de las promesas del Señor en mi existir.
Y primordialmente, que la eterna virtud de la Caridad, me anime entregarme por mis hermanos, a ser donación sincera y total para alabanza de Dios.
PETICIÓN:
Señor Jesús, concédeme la gracia para comprender tu mensaje y poder así hacerlo parte de mi vida, luz de mi camino y medio de mi salvación. Abre, Señor, mi corazón para recibirte como debo.
EL TIEMPO Y EL LUGAR:
Jesucristo continúa en Cafarnaúm, en casa de Simón. Este hecho se comprueba con la recopilación que San Mateo hace de las Parábolas del Señor en su Capítulo Trece; como señalando con ello un solo momento de estos discursos de Jesús. Incluso lo conocemos como el Discurso Parabólico.
Por lo tanto, debemos asumir que no cambia de lugar, ni de entorno, ni de momento. Simplemente se ha continuado por horas enseñando con parábolas a la multitud. Las explicaciones, sin embargo, se las da solamente a sus discípulos y Apóstoles, como reafirmando lo que ellos deben saber al respecto de la comparación o ejemplo que Él ha puesto y relatado. Es la pedagogía del Divino Maestro en plenitud de aplicación.
LOS PERSONAJES Y ELEMENTOS:
Esta es otra de las parábolas que el Señor explica: “. . . El que siembra la buena semilla, es el Hijo del hombre. El campo es el mundo. La buena semilla, ésos son los hijos del Reino. La cizaña son los hijos del maligno. El enemigo que la sembró es el diablo. La siega es la consumación del siglo. Los segadores son los ángeles. De la misma manera que se recoge la cizaña y se la echa al fuego, así será en la consumación del siglo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su Reino todos los escándalos, y a los que cometen la iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡Quien tiene oídos, oiga!”
MEDITACIÓN:
Eso es lo que ha hecho Cristo en mi alma: considerarme su campo y sembrar grano bueno. Pero no lo he cuidado como debiera. No lo he acogido de la mejor forma; tan estrechamente como para procurarlo y hacerlo rendir en toda su potencia. Y es que muchas veces me duermo, caigo en un letargo espiritual que impide que su grano germine libremente. Y peor aún, en ese estado de somnolencia espiritual, permito que el mal entre en mí, que tenga lugar en mis pensamientos, palabras y obras. Y permitir esto es darle entrada al demonio; es aceptar las semillas del mal; es contravenir las intenciones de Jesucristo en mi vida.
Y es tal mi estado de pecado, que todavía me atrevo a reprocharle al Señor si no fue ‘semilla buena’ la que sembró en mí. ¡Ah, pobre de mí! Cuánta maldad me dejo acopiar, me permito retener, soy capaz de guardar. Tanta, que hasta infecto mi corazón y desaliento mi espíritu en contra de Jesús. Así no soy digno de Él. No le merezco, es más, no le puedo contener. Y por supuesto, como Dios me ha dado el don de ser tierra buena, de estar en posibilidades de producir; en mi pecado, el diablo ‘usa’ esas ventajas para su provecho y entonces produzco cizaña, abrojos y espinos. Produzco soberbia, egoísmo y rencor. Pero Cristo no se deja, no se vence y espera en mí. Respeta mi voluntad y mis decisiones y pone en riesgo en mi persona los dones de su Palabra, de su Salvación, de su Amor.
Él espera, no sin preocupación, que la ‘buena semilla’ crezca, germine, se desarrolle; que prevalezcan en mi interior las virtudes y los dones de los que me ha dotado. Que no sea yo una mala inversión de sus granos. Me da la oportunidad de la enmienda, de la corrección, de enderezar mis sendas. Él sabe qué ha sembrado en mí y por ello espera mis reacciones. Sabe que soy tierra con posibilidades y que su siembra ha sido de buena calidad; por eso no arranca de mí la yerba mala, porque confía en que yo me done, me entregue, me humille. Me llene de Él mismo para vencer al demonio. Me quiere ‘de a ciento por uno’.
Así es, tengo vida. Y si hay vida, hay esperanza. Y si tengo salud, Cristo quiere que me la acabe en su Nombre, en la propagación de su Evangelio, en la conversión de mis hermanos. Y si tengo enfermedad, Jesús quiere que la sufra por Él, que la ofrezca en Él, que la viva con Él. Y si puedo meditar, el Señor espera que deduzca la verdad, que alcance el bien, que difunda el amor. Y si no puedo desenvolver mis pensamientos, entonces el Señor me quiere atento, me quiere obediente, me quiere dispuesto a ejecutar sus mandatos. Y si poseo bienes materiales quiere que los use en obras de bien, en edificaciones para su alabanza, en proyectos que engrandezcan su Nombre. Y si no tengo más que mi propia persona, que no poseo sino solamente lo indispensable, entonces Jesucristo me quiere entregado, me quiere humilde, me quiere todo.
Aquí lo importante es saber qué beneficiaré más como tierra fértil que soy: al trigo o a la cizaña. ¿Crecerá más en mí la semilla buena sembrada por Jesús, hasta ser capaz de sobrepasar a los abrojos? O ¿Ahogaré los posibles frutos del Señor por mi rebeldía, por mi necedad, por mi soberbia? Siempre, todos los días de mi vida he de estar seguro en qué situación me encuentro para ser segado, para enfrentarme al juicio de mis actos, para responder ante mi Creador como criatura. El dueño de este campo, que soy yo, es Jesucristo mi Salvador; Él tiene todos los derechos sobre mí porque me compró con su muerte y Resurrección; me redimió del pecado, me hizo libre. Ni soy por mí, ni soy para mí; estoy por Cristo y voy a Cristo. Este debe ser el mandato de mi vida, esta es la única posibilidad de trascender mi existencia.
Su Apóstol, eso es lo que Jesús quiere que yo sea. Con mi mismo nombre y con mi mismo apellido, pero su Apóstol. En la misma familia en que nací y con la misma familia que he formado, pero su Apóstol. En las mismas labores que realizo y con las mismas amistades y compañeros que tengo, pero su Apóstol. Como soy y lo que soy, pero su Apóstol. Me quiere incansable luchador de sus preceptos; me quiere ardiente defensor de su Evangelio; quiere, en una palabra repetirse en mi. Cristo quiere que yo me multiplique para que Él se pueda multiplicar también. Jesucristo ha hecho posible que yo sea tierra fértil y ha sembrado su buena semilla en mí, solo para que Él sea réplica en lo que yo haga, se multiplique a través de mí; y esa, precisamente esa es la razón por la cual debo impedir que en mí se siembre semilla de cizaña, de mal, de discordia, de envidia, de egoísmo y de soberbia. Por esta razón, por las posibilidades de multiplicación que el Señor me ha donado, es que debo permanecer despierto, atento, vigilante ante las siembras malignas del demonio.
FRUTO:
VOY A ESCRIBIR DOS PROPÓSITOS TANGIBLES Y ALCANZABLES QUE DEBERÁN CAMBIAR MI VIDA, A FIN DE SER UNA PERSONA CONGRUENTE ENTRE LO QUE ACABO DE APRENDER DE JESUCRISTO Y LO QUE DEBO HACER COMO UN DIGNO SEGUIDOR DEL SEÑOR.
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ORACIÓN A MARÍA:
Virgen Santísima, yo quiero ser como Tú: humildad al extremo, entrega sin límites, donación total. Ayúdame Madre Santa a alcanzar ese estado sublime de “Hágase en mí según tu palabra” que Tú lograste. Pídele a Jesús que vea el gran deseo que tengo de servirle, aunque a veces éste se opaque en razón de mis pecados. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
PADRENUESTRO – AVEMARÍA
En el nombre del Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.
Afectísimo en Cristo de todos ustedes,
Antonio Garelli
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Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.