"LA LEVADURA" (6)

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¡Alabado sea Jesucristo!

México, D.F., Agosto 27 del 2015

6.- “PARÁBOLA DE LA LEVADURA”

(Mt 13, 33;  Lc 13, 20 – 21)

 

“Dijo todavía: “¿Con qué podré comparar el Reino de Dios?”  Es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina y, finalmente todo fermentó.”

 

ACTOS DE PREPARACIÓN:

            Heme aquí Señor, una vez más ante tus sabios designios, ante tus mandatos; para que haciendo uso de ese maravilloso regalo tuyo, la virtud de la Fe, crea fehacientemente en cuanto me dices y sea con ello seguridad de propagación.

Bien lo sé, Señor, ya no tienes manos, pero están las mías; ya no tienes pies, pero están los que tengo yo; ya no tienes ni oídos, ni boca, ni ojos, pero están los que Tú me diste; úsalos, que nada mejor harán que ser empleados para despertar y  motivar la Esperanza que has sembrado en nosotros desde el día de nuestro Bautismo.

Hazme consciente Señor,  de que cuanto yo haga y piense, siempre busque y encuentre la Caridad, ése vínculo de perfecta unión contigo; pero que sea de Amor en obras con mis hermanos primero, para después poder subir a Tí.

PETICIÓN:

            Señor mío Jesucristo, te pido de todo corazón me toques con tu palabra para ser fermento de tu amor entre todos los que yo amo; especialmente mi familia, mis amigos y mis compañeros de trabajo.

EL TIEMPO Y EL LUGAR:

El Divino Maestro sigue enseñando a la multitud con la mashal (muy propia de los sabios y eruditos Israelitas y Judíos, que instruían al pueblo por medio de ‘ejemplos’ o ‘símbolos’ adecuados a su enseñanza –así hicieron Samuel (con sus advertencias), David (con sus Salmos) y Salomón (con sus Proverbios), por ejemplo), y ahora así lo hace Jesús.  La gente no se ha movido del lugar.  Será en una de estas ocasiones (después de un larguísimo discurso del Señor), cuando se realice la primera Multiplicación de los Panes.

            Todos están absortos y no quieren perder detalle de las palabras de Jesús.  Cuán importante es oírle; y qué gran valor ha tenido para nosotros esta forma de predicación de Cristo.  Hoy las meditamos con toda la valía que tienen: literatura, sociología y costumbres, significado y trascendencia teológica.  Todos los Doctores del Magisterio de la Iglesia han comentado, explicado y meditado las Parábolas del Salvador.  Si hoy nos extasiamos con su consideración, imaginemos cómo cautivó a las primeras personas que las oyeron.

LOS PERSONAJES Y ELEMENTOS:

Esta parábola encierra  un número importante de elementos activos, con una gran significación.  La levadura, la mujer, las tres medidas, la masa de harina, el hecho de ‘esconder’ y, finalmente, el fermento.  Ya que todos tienen un significado diferente para San Ambrosio, San Jerónimo, San Agustín o Santo Tomás, también para nosotros tendrá una aplicación distinta; la vamos a tomar para la primera persona del singular, o sea, Yo (no el que escribe, sino cada uno de los que leen); en donde siempre seré la mujer, no la levadura, ni las medidas, ni la masa, ni el fermento.  Haré que la ‘levadura’ represente La Palabra de Dios; las tres medidas, la cantidad que Yo mismo uso de ella; y la masa, los círculos de mi vida: familiar, profesional y de trabajo, amistades,  ambientes sociales, etc. 

El fermento es el resultado alcanzado en forma de la Gracia Divina, que he podido lograr con mis semejantes, con mi prójimo, con mis ‘más próximos’.

MEDITACIÓN:

En otras ocasiones ya te he oído decirme que debo ser ‘luz del mundo y sal de la tierra’.  Y entiendo con ello que cuantos me vean pueda dirigir su camino hacia Ti; que en medio de cuantos yo pueda estar, prueben la sazón de tu alimento, que es Tu Palabra.  Y ahora me pides que use Tu Evangelio como ‘levadura’ en esta harina que es el ambiente en el que me desenvuelvo en mi propio estado de vida.  Y que la use en ‘tres medidas’, como dejando muy claro que no sea poco, que sea basto; que no sea de vez en cuando, que sea siempre. 

¡Qué claro hablas, Señor!  Yo debo ser como ‘la mujer’ que no tan solo agrega un ingrediente a la mezcla, sino que lo integra, lo distribuye ampliamente, ‘lo esconde’ para que sea parte del todo, para que una vez que esté mezclado pueda actuar con toda la masa y no solo con una parte de ella.  Que fermente, que multiplique, que incida en el todo y no solo en una parte.  ¡Qué claro me queda!  Tus palabras deben llegar a tocar todas las partes que son mi vida, pero no tan solo en mi persona sino con todos los que convivo, en cualesquiera de mis ámbitos de acción, en la totalidad de mis ambientes.

Bien sé yo, Señor, que Tu Palabra transforma; que nada ni nadie que sea tocado por ella queda igual que antes; que necesariamente se sufre una modificación. Así me ha sucedido a mí; desde el día en que alguien actuando como ‘la mujer’, puso en mi ser la ‘levadura’ de Tu Evangelio y no he parado de cambiar para mejorar, para ser digno de llamarme cristiano, para ser presencia viva de Tu Amor.  Y qué bien se siente cuando uno se sabe contigo.

“. . . y finalmente todo fermentó.” Esto lo debo tener muy presente, porque solo podrá ser así si yo me ocupo de tomar ‘la levadura’ para las medidas preparadas  para cocción, de asegurarme de su impregnación en toda la masa, de hacer posible que la acción de la levadura se dé, que el fermento suceda. 

Y la palabra de Cristo la tengo a mi alcance para propagarla, la debo hacer ‘modus vivendi’ en toda mi existencia debo llevar a los más que yo pueda.  Mi cónyuge, mis padres, mis hermanos mis hijos, todos en el círculo familiar deben ser ‘fermentados’ por Tu Palabra, Señor.  Amor de esponsales, con ‘levadura’, para que fermente la entrega a Cristo.  Amor paternal con ‘levadura’, para que impregne la obediencia a Cristo.  Amor fraternal con ‘levadura’, para que se multiplique la disponibilidad a Cristo.  Amor filial con ‘levadura’ para que crezca la vocación a Cristo.  Esa es mi labor en el círculo de la familia, ‘esconder levadura’ de verdad y amor, para creer y querer a Cristo.

En mi trabajo ‘levadura’ de conciencia, de justicia y de lucha, para ganar para Cristo a propios y extraños; a superiores y subordinados; a incrédulos y creyentes; remarcándoles el valor de poseer a Cristo.

            Y con los amigos, ‘levadura’ de testimonio en el actuar, para hacerlos exclamar: “Señor mío, Dios mío.” Para que igual que aquél Santo incrédulo de Tomás, “Crean y no sigan dudando.”  Y que con la manifestación de acciones de caridad cristiana que surjan de mi modo de vida, todos quieran estar cerca de Jesús, todos quieran poseer a Cristo y hacerlo modelo de vida personal.

FRUTO:

VOY A ESCRIBIR DOS PROPÓSITOS TANGIBLES Y ALCANZABLES QUE DEBERÁN CAMBIAR MI VIDA, A FIN DE SER UNA PERSONA CONGRUENTE ENTRE LO QUE ACABO DE APRENDER DE JESUCRISTO Y LO QUE DEBO HACER COMO UN DIGNO SEGUIDOR DEL SEÑOR.

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ORACIÓN A MARÍA:

            Virgen Santísima, Tú que fuiste la ‘levadura’ de los primeros Cristianos en medio de los Apóstoles y Discípulos del Señor, ábreme el corazón y la inteligencia a fin de que pueda manifestar a mis hermanos la forma suave y delicada de  pensar el bien, hablar la verdad, actuar el amor y nunca dejar pasar las oportunidades de ejecutar los Divinos Mandatos de Tu Hijo muy amado, hermano y Señor nuestro.

Por Jesucristo nuestro Señor.  Amén.

PADRENUESTRO – AVEMARÍA

En el nombre del Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo.  Amén.

 

Afectísimo en Cristo de todos ustedes,

 

Antonio Garelli

 

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Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.



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