¡Alabado sea Jesucristo!
México, D.F., Agosto 6 del 2014
I.6.- LA MATANZA DE LOS INOCENTES
(Mt 2, 16-18)
“Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda la comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías:
‘Un clamor se ha oído en Ramá,
mucho llanto y lamento:
es Raquel que llora a sus hijos,
y no quiere consolarse,
porque ya no existen.’”
La Sagrada Familia ya no está en Belén; para este tiempo ya habrán dejado inclusive, Judea. Sin embargo, a veces en su maldad los hombres superan al mismísimo Demonio. Satanás anda correteando la caravana a la que se han unido Jesús, María y José camino a Egipto. Él no se ha quedado en Efratá, allá ha dejado a su vasallo incondicional, Herodes el Grande, quien ha decidido algo que ni el Diablo imaginó: ha mandado matar a todos los bebés varones y niños menores de dos años de Belén. Con ello, el despiadado rey ha querido eliminar toda posibilidad de competencia sobre su reinado, del que es usurpador pues no tiene ningún derecho sobre el mismo.
Este es, sin lugar a dudas, uno de los eventos más tristemente célebres de la barbarie humana: la matanza de los inocentes. De ninguno sabemos su nombre o algún detalle de su vida; solo sabemos que fueron violentamente masacrados, tratando de ser eliminado el recién nacido Hijo de Dios. Todos los cristianos estamos seguros que estos pequeñines habitan con Cristo Jesús en el cielo; fueron en cierto sentido, los primeros mártires del cristianismo por venir. ¡El acecho del Demonio sobre el Mesías ha cobrado ya sus primeras vidas humanas y éstas, han sido de infantes inocentes! Todo este suceso es una vileza carente de bien; es ausencia total de lo bueno, es el mal en toda su expresión.
No hay medida en la maldad, ¡porque Satanás está personalmente a cargo de todas las infamias en pos de eliminar al Salvador! Se ha desatado una época cruel, sangrienta y asesina entre los humanos, porque el Príncipe de las Tinieblas ha bajado a la tierra y está al acecho del Mesías; quiere aniquilarlo a toda costa; quiere revertir el momento de ‘la plenitud de los tiempos’. Pero no lo logrará, porque el Hijo de Dios ha llegado para eliminar el imperio del mal y el dominio de la muerte. Emmanuel, “Dios con nosotros”, está precisamente en el mundo para lograr este cometido, para dar a la humanidad la oportunidad de su redención, de su reconciliación con el Creador.
Las huestes celestiales, bien sean ángeles o demonios, ya saben del acontecimiento; ahora está tocando a los ‘hombres de buena voluntad’ conocer de este hecho y el Diablo no quiere que esto suceda, pues ello significa el principio de su fin. No importa cuánto tiempo dure su fin, lo que importa es que éste acaba de empezar, y cuando termine, será para siempre.
En todo eso estaba Satanás, sembrando el caos para que todo se perdiera. Allí estaba nuevamente con sus argucias, su soberbia y sus engaños; confundiendo a los hombres para que se perdieran con sus propias decisiones. Ahora no busca sojuzgar la Creación, ahora lo que trata de evitar es su redención. No se da por vencido; durante miles de años ha imperado sobre toda la humanidad, a excepción de los justos, los cuales en su mayoría por repudiarlo, por no obedecerlo, por ser fieles a Dios, han perdido la vida, mas no la esperanza. Es la violencia característica del Diablo delante de los Santos de Dios; por eso a estos bien vale llamarles los Santos Inocentes. No importa que no hayan conocido al Cristo; la Misericordia de Dios, que es infinita, ya los tiene en el cielo gozando de su presencia.
¡Eso fue lo único que lograste, Satanás, que Dios los tenga en su seno!
Afectísimo en Cristo de todos ustedes,
Antonio Garelli
Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.
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