"LA OVEJA PERDIDA" (19)

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¡Alabado sea Jesucristo!

 

México, D.F., Noviembre 26 del 2015

19.- “PARÁBOLA DE LA OVEJA PERDIDA”

(Lc 15, 4 – 7;  Mt 18, 12 – 13)

“¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra?  Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegado a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido.’ Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión.”

ACTOS DE PREPARACIÓN:

            Con el maravilloso don que es la Fe, voy a ponerme delante de Dios para deleitarme del gozo de sus palabras; especialmente con esta parábola que podría ser considerada como un postre en nuestra alimentación espiritual.     

Igualmente, con la Esperanza, que es la fuerza espiritual que me permite aguardar el auxilio Divino, enfocaré mi inteligencia y mis sentidos para aprovechar aún más esta gran oportunidad de contactar con mi Señor.

            Y dado que es menester, envolveré estos minutos de mi vida con la Caridad, como medio de conducción y contacto con Jesús, Creador y Redentor mío.

PETICIÓN:

            Jesucristo, Tú que haces posibles todas las cosas, mantenme atento a tu mensaje de salvación, para que sea posible que me convierta en vehículo de tus palabras para mi prójimo, especialmente los más necesitados.

EL TIEMPO Y EL LUGAR:

San Mateo ubica esta hermosura de parábola dentro del Discurso Eclesiástico de Jesús, recién iniciado el tercer año del Ministerio del Señor.  San Lucas en cambio, la reúne con la Moneda Perdida y El Hijo Pródigo, en lo que conocemos como ‘Las Tres Parábolas de la Misericordia’.  

Para Mateo, están en Galilea, muy seguramente en Naím que es tierra de pastores.  Jesús, siempre atento al entorno y a la gente a la que deberá predicar, pone ejemplos propios de su público para una mejor comprensión del mensaje.

La mashal (parábola) en esta ocasión, tiene además un toque de exquisita comprensión de parte del Divino Maestro hacia sus escuchas, por lo que se refiere a sus preocupaciones materiales.  Si bien toda la región de Palestina era tierra de pastores, Galilea lo era más en virtud de sus onduladas campiñas. Mucho, mucho tiempo debió haber pasado con los pastores Jesús durante sus años de juventud; los rebaños fueron siempre fuente de su inspiración parabólica.  No es casual que la primera representación del Señor haya sido precisamente la de un pastor.

LOS PERSONAJES Y ELEMENTOS:

Los pastores, somos todos.  Las cien ovejas, son nuestro prójimo.  La oveja que se extravía, es algún familiar, amigo o compañero al que debemos ayudar.  Los amigos y vecinos, son nuestro círculo familiar, social o laboral.  

MEDITACIÓN:

Jesucristo nunca poseyó cosa alguna; ni casas, ni tierras, ni ganados.  Esto es evidente cuando Él mismo dice: “. . . El Hijo del hombre no tiene ni done recostar su cabeza para descanso. . .”  Así lo debo imaginar siempre, totalmente desarraigado a ‘cosas’.  Y sin embargo, muchas veces habla de preocupaciones, de acciones y  de detalles, como si hubiese sido un gran terrateniente, un acaudalado, un ‘hombre de mundo’.  ¡Qué bien llegaste a conocernos, Señor!  ¡A todos!  Desde los más humildes hasta los más encumbrados.

Me queda muy claro, Señor: tengo que ocuparme de todos, no de la mayoría. He de vigilar a cada uno, no al grupo. ¡Y vaya que si tengo ovejas perdidas!  Tú las has puesto en mi vida, porque quieres que las atienda personalmente; sin importar mis haberes, ni mi tiempo, ni mis capacidades.  Me quieres pastor en tu rebaño.  Hoy, Señor, no voy a decirte ningún ‘pero es que. . .’  Hoy voy a disponer mi alma, mi cuerpo y todo mi ser, a buscar y encontrar a ‘mis propias ovejas perdidas’.  Las conozco bien, solo que no las busco para acogerlas, para cuidarlas, para ayudarlas.

Voy a empezar por mi cónyuge; sin lugar a dudas, esta es la oveja más importante que has puesto en mi vida y para mi cuidado, Señor.  Tan cierto es esto, que nuestra unión (o sea, hacernos uno), mereció el grado de Sacramento cuando nos casamos.  Esta oveja tuya tendrá de mi parte más consideración, más cariño y más amor; así como Tú quieres, Jesús, amor esponsal.

Inmediatamente seguiré con mis hijos e hijas; esos retoños de nuestra unión que han nacido gracias a tu misericordia.  Para ellos comprensión, paciencia y amor paternal. Y qué decir de mis padres: si es que vivos; para ser visitados, comprendidos y atendidos.  Si es que fallecidos; para mantenerles en mis oraciones para su estancia en Ti.  Igualmente para familiares antecedentes y precedentes a mí. Amor filial.

Pero hay más, muchos más.  Estos son los amigos; ésos a los que Tú has acercado para que yo sea faro en sus tormentas, paz en sus disgustos y calma en sus ansiedades.  Cuán profundamente me tocan, Señor, tus palabras al respecto: ‘. . . el verdadero amigo, es el que da la vida por sus amigos. . .’  ¡Así quisiera ser yo, Jesús! Pero me acobardo, me vence el egoísmo, me falta entrega. Hoy no, Señor; hoy quiero ser como Tú.  Quiero darles mi apoyo, mi confianza, mi mano amiga.

Quiero que sientan como que Tú me has mandado a ellos; como que sus oraciones ya han sido escuchadas y atendidas. Amor fraternal.

Pero sobre todo, Cristo mío, quiero ser pastor dedicado en aquellos a los que directa o indirectamente afecto con mis decisiones de trabajo, de negocios, de labores.  No me permitas Señor, afectarles en su dignidad, en su esperanza, en su voluntad.  Permíteme considerarles como míos, por más extraños que me parezcan.  Amor Cristiano.

No importa cuántos familiares tenga yo, al que se extravíe, al que pierda el camino, lo tengo que buscar hasta encontrarlo, hasta traerlo de nuevo al redil de nuestra Santa Madre La Iglesia.  No importa cuántos amigos pueda yo contar; al que por alguna razón (o sin ella) se desvíe hasta perderse, tengo que traerlo sano y salvo de vuelta al rebaño.  No importa cuántos superiores o subordinados estén alrededor mío; tan solo si de uno sé que ha perdido el camino, es mi obligación ayudarle a regresar a la senda del bien.  ¡Para eso soy Cristiano, para eso soy ‘luz del mundo y sal de la tierra’, para ayudar; para ser digno de Cristo!

FRUTO:

VOY A ESCRIBIR DOS PROPÓSITOS TANGIBLES Y ALCANZABLES QUE DEBERÁN CAMBIAR MI VIDA, A FIN DE SER UNA PERSONA CONGRUENTE ENTRE LO QUE ACABO DE APRENDER DE JESUCRISTO Y LO QUE DEBO HACER COMO UN DIGNO SEGUIDOR DEL SEÑOR.

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ORACIÓN A MARÍA:

            Santísima Virgen María, Madre de Jesucristo y Madre mía, que tu maternal amor conduzca todas mis acciones en bien de mi prójimo, y alcance con ello la aceptación de tu amadísimo Hijo, mi hermano y Señor.

Por Jesucristo nuestro Señor.  Amén.

PADRENUESTRO – AVEMARÍA

En el nombre del Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo.  Amén.

 

Afectísimo en Cristo de todos ustedes,

 

Antonio Garelli

 

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Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.



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