¡Alabado sea Jesucristo!
México, D.F., Agosto 20 del 2015
5.- “PARÁBOLA DE LA SEMILLA DE MOSTAZA”
(Mt 13, 31 – 32 y 37 – 43; Mc 4, 30 – 32; Lc 13, 18 – 19)
“Dijo además: “¿Qué comparación haremos del Reino de Dios, y en qué parábola lo ponemos? Es como el grano de mostaza, el cual, cuando es sembrado en la tierra, es la menor de todas las semillas de la tierra. Con todo, una vez sembrado, sube y se hace mayor que todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de modo que los pájaros del cielo pueden anidar bajo su sombra.””
ACTOS DE PREPARACIÓN:
En la espléndida sencillez de Tus palabras, Señor, ayúdame a encontrar la esencia de las mismas, para que mi Fe, que es regalo tuyo, se fortalezca tan cabalmente como yo lo necesite, y pase ella misma de ser simple percepción intelectual a forma de vida.
Que toda mi persona, en su constitución física (que es contacto con lo creado) y en su dimensión espiritual (que es contacto con Dios), proyecte mis necesidades de Esperanza, bendición celestial, hacia el creador y dador de todas las cosas, mi Señor y Salvador.
Pero ante todo, que crezca en mí cuantitativa y cualitativamente la virtud eterna del Amor, como única forma de identificarme plenamente con Dios, en mis actos con mis hermanos.
PETICIÓN:
Padre Santo, envía Tu Espíritu vivificador a este humilde siervo tuyo y has posible que me fortalezca con tus enseñanzas.
EL TIEMPO Y EL LUGAR:
Jesucristo continúa con su discurso en parábolas en Cafarnaúm, en la casa de Simón en donde ha pasado algunos días seguidos. Dado que para este tiempo Él ya escogió a sus Apóstoles, debemos entender que esa casa de Pedro está siendo habitada por alguien más, ya que el líder Apóstol no la ocupa, pues convive diariamente y en todo lugar con el Divino Maestro. Probablemente sea su suegra la que ha quedado para vivir allí. Jesús da muestras fehacientes de su detenida observación a los asuntos del campo; está hablando con gente del pueblo, los ejemplos que pone siempre están relacionados con lo que ellos ven comúnmente, en lo que a veces no repara uno en analizar, en lo ‘muy obvio’ que con frecuencia no tomamos en cuenta.
Las pequeñas planicies que se extienden desde las montañas occidentales del Mar de Galilea hasta el lago, dejan una tierra muy fértil que es aprovechada, aún en nuestros días, como un vergel para el cultivo de legumbres y verduras.
Durante todo el año estaban sembradas esas parcelas, fuera para las cosechas de Primavera-Verano o para los frutos del Otoño, pero siempre había trabajadores en esos campos. Muchas, muchas ocasiones recorrió el Señor esos lugares; se sentó al pié de los surcos para observar detenidamente las faenas, todas arduas y agotadoras, que los labriegos realizaban día a día, desde el amanecer hasta el ocaso. Cuánto sabía este hijo de carpintero, de maderas, de árboles, de semillas y del campo abierto. Por eso hablaba tan exquisitamente, tan propio, tan certero; porque sabía bien. Y lo sabía porque había invertido muchos de sus días en el aprendizaje detallado del trabajo del campo. Además, Él había creado todo eso. . . Era Dios hecho Hombre.
LOS PERSONAJES Y ELEMENTOS:
Esta ocasión no hay más que la semilla, la planta ya crecida, y su utilidad en el devenir de la vida.
MEDITACIÓN:
¡Cuánta simplicidad Divina junta! Y qué claro queda todo. Para Dios no importa el tamaño, ni el reconocimiento, ni la consideración de nuestras buenas intenciones. Lo que a Él le importa es qué hagamos con ellas, cómo las pongamos a dar fruto, a ser útiles, a que ayuden a otros para su salvación.
¡Ciertamente es muy pequeña! Habría que juntar 10 semillitas de mostaza para sumar una de arroz; veinte o más para sumar un grano de trigo; y miles para dar el tamaño de una semilla de aguacate o de mamey. Por eso la toma de referencia el Señor para mostrar pequeñez. Y sin embargo, Él le da un gran valor.
¿Qué tal que yo fuera la semilla de mostaza? ¡Por supuesto que lo soy! ¡Hay tantas cosas más grandes que yo, que cuando me mido contra su tamaño o contra su trascendencia, caigo en la cuenta de lo poco que soy! Pero aún así, Cristo le da la importancia que merece a lo pequeño. Y con ello dimensiona el compromiso que tengo que proyectar; el que insalvablemente me corresponde tomar en el ámbito en el que debo ser fermento; crecer desde mi pequeñez hasta ser útil para otros en su propio desenvolvimiento. Esa pequeña semilla ha de desarrollarse hasta ser sustento para otros, hasta que, a su debido tiempo, sirva más que otras semillas más grandes pero pasajeras; de las que nunca echan raíces, de las que no permanecen. Si yo, semilla de mostaza, estoy llamado a trascender, entonces nunca debo escudarme en ‘mi pequeñez’ para no dar fruto o para evadir mis responsabilidades. Para Jesús, nadie es tan pequeño e insignificante que no sirva en el Reino de los Cielos.
Para Él todos tenemos un quehacer específico sin importar el tamaño, el poder o la fama que poseamos. Jesucristo, el Sembrador, sabe bien de nuestras capacidades, de nuestras posibilidades, del lugar que nos corresponde; y quiere que nos multipliquemos desde nuestra pequeña realidad “. . .de modo que los pájaros del cielo puedan anidar bajo ‘nuestra’ sombra.” Es cierto, soy semilla de mostaza. Pero también es cierto, tengo una tarea que cumplir aún desde mi insignificante tamaño.
FRUTO:
VOY A ESCRIBIR DOS PROPÓSITOS TANGIBLES Y ALCANZABLES QUE DEBERÁN CAMBIAR MI VIDA, A FIN DE SER UNA PERSONA CONGRUENTE ENTRE LO QUE ACABO DE APRENDER DE JESUCRISTO Y LO QUE DEBO HACER COMO UN DIGNO SEGUIDOR DEL SEÑOR.
1
2
ORACIÓN A MARÍA:
Virgen Santísima, tú que instruiste a Jesús Niño en las valías de La Creación de Dios, ayúdame a encontrar la razón de mi existencia, a asimilar la pequeñez de mi ser; y a proyectarme desde donde estoy hasta las dimensiones a las que sea llamado por tu Hijo, hermano y Señor nuestro.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
PADRENUESTRO – AVEMARÍA
En el nombre del Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.
Afectísimo en Cristo de todos ustedes,
Antonio Garelli
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Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.