LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO (63 de 77)

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¡Alabado sea Jesucristo!

 

México, D. F., Junio 15 del 2015

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VI.10.- LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO

(Hc 2, 1-4)

“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar.  De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban.

Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedando todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.”

Hechos de los Apóstoles

 

            A partir de este Glorioso momento, nuestra orfandad contra el mal ya no es más; a partir de este Divino momento, Dios Espíritu Santo está con nosotros.  Si siempre fue un hecho, ahora lo es con plena certeza para cada uno: el acecho del Demonio, en razón de Jesucristo, es un paso adelante en el camino de la santidad.  Esto es lo que significa la Redención (aquello que Satanás quiso evitar en la Persona Humana de Dios hecho hombre), que contemos en nuestra alma con el Paráclito, con el Espíritu Santo.

            El cambio de vida de los Apóstoles y Discípulos del Señor, se hace evidente a partir de Pentecostés.  Ya nunca más dudarán, ya nunca más temerán las insidias del Maligno, ahora hasta gozarán y alabarán a Dios por ser acechados por el Demonio; pues ello es prueba de que caminan en la senda de la santidad.  Cuanto mal reciban sus elegidos, será transformado en bien para la Gloria de Dios.  Ahora su Fe, es realidad de vida; su Esperanza, es fecundidad en la entrega; y su Caridad, es manifestación de Dios en sus actos.  Predicar la Buena Nueva con Cristo Resucitado será su única razón de existir.

            Pero algo verdaderamente grande es que, así como fue para aquellos ciento veinte Apóstoles y Discípulos (incluidas las Santas Mujeres), reunidos todos en asamblea en Jerusalén, es también para nosotros en el Bautismo, en donde recibimos al Espíritu Santo.  De igual forma que para Pedro y los Once significó un cúmulo de dones para predicar el kerigma, el Evangelio, La Buena Nueva de Cristo Jesús; así para nosotros es la recepción de las Virtudes Teologales de Fe, Esperanza y Caridad; unidos a los Dones del Espíritu Santo de: Temor de Dios, Fortaleza, Piedad, Sabiduría, Entendimiento, Ciencia y Consejo; (señalados por Santo Tomás de Aquino en su Summa Theológica).

 

            ¡Qué armadura más espléndida para enfrentar el acecho del Demonio! ¡Con razón nunca pudo el Satán contra el Señor!  ¡Cuánto Bien junto es el Paráclito!  ¡Por eso lo ofrecía con tanta vehemencia el Señor!

TEMOR DE DIOS  Para que nos impulse a huir de cualquier cosa que pueda ofender a Dios por ser Él quien es.

FORTALEZA  Para que despiertes en nosotros la audacia que nos impulse al apostolado con entusiasmo y podamos superar el miedo a meternos en líos por defender los derechos de Dios y de los demás.

PIEDAD  Para que aprendamos a relacionarnos con Dios como verdadero Padre nuestro y sepamos amarlo y confiar en Él como verdaderos hijos suyos.

SABIDURIA  Para que nos comuniques el gusto por las cosas de Dios, a las que cada día les encontramos menos sabor.

ENTENDIMIENTO  Para que nos des un conocimiento más profundo de las verdades de nuestra fe, que es también un Don de Dios

CIENCIA  Para que nos enseñes a darle a las cosas terrenas el verdadero valor que tienen como medio y no como fin. 

CONSEJO Para que nos ayudes a resolver con criterios cristianos los pequeños o grandes conflictos de nuestra vida diaria.

(Tomado de "Vida del Alma" No. 3357 del 18 de mayo de 1997,  Solemnidad de Pentecostés) 

 

            Si estos son los instrumentos con los que el Señor nos ha dotado para enfrentar al Demonio en sus acechos, es porque Cristo supo ‘en carne propia’ cuáles de todos los infinitos Dones del Espíritu Santo requeriríamos nosotros.  También el Satán sabe que este es un día excepcional en la vida de la humanidad, comparable con la Anunciación, La Natividad del Niño Dios, El Bautismo del Jesús, La Institución de la Eucaristía, La Pasión y Muerte de Jesucristo, La Resurrección del Señor. 

Todos estos días de Gloria quiso evitar el Diablo, porque sabía que si éstos seguían adelante, el Día de la Venida del Espíritu Santo sería el más grande de todos, pues llegado el Paráclito a los hombres, se consumaba en sí la Redención.  Ya no se trataba solamente de que ‘Dios estuviera con nosotros’ (Emmanuel); ahora se trataba de que ‘Dios se quedara con nosotros’ hasta el fin de los días.

            ¡¡Ya nada puedes hacer Satanás!! Y cuanto hagas también será para nuestro beneficio, pues ahora todos lucharemos con el bien para vencer el mal, sin importar el mal recibido en nuestra vida humana.  ¡La Redención se ha dado!

 

Afectísimo en Cristo de todos ustedes,

  

Antonio Garelli

 

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