Cuando la mujer latinoamericana toma entre sus manos la literatura, lo hace con el mismo gesto y con la misma intención con la que toma un espejo; para contemplar su imagen...El cuerpo se viste de sedas y terciopelos, que se adorna de metales y de piedras preciosas, que cambia sus apariencias como una víbora cambia su piel para expresar...¿qué?
Las novelistas latinoamericanas parecen haber descubierto mucho antes que Robe-Grillet y los teóricos del nouveau román que el universo es superficie. Y si es superficie, pulámosla para que no oponga ninguna aspereza al tacto, ningún sobresalto a la mirada, para que brille, para que resplandezca, para que nos haga olvidar ese deseo, esa necesidad, esa manía de buscar lo que está más allá, del otro lado del velo, detrás del telón.
Quedémonos, pues, con lo que se nos da: no el desarrollo de una estructura íntima, sino el desenvolvimiento de una sucesión de transformaciones.
-Rosario Castellanos