¡Alabado sea Jesucristo!
México, D. F., Mayo 7 del 2015
VI.1.- MENSAJE DE LA RESURRECCIÓN
(Mt 28, 1-7; Mc 16, 1-8; Lc 24, 1-12; Jn 20, 1-10)
“Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y María la de Santiago fueron a ver el sepulcro. De pronto, se produjo un gran terremoto, pues el Ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra (que tapaba el sepulcro) y se sentó encima de ella. Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a templar y se quedaron como muertos. El Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: ‘Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado como lo había dicho. Venid, ved el lugar donde estaba. Y ahora id en seguida a decir a sus discípulos: ‘Ha resucitado se entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis.’ Ya os lo he dicho.’ Ellas partieron a toda prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a sus discípulos.”
¡Se te acabó Satán, se te acabó el gozo! ¡No tan solo no pudiste con Jesucristo, sino que con el exceso de tus intrigas, calumnias y acciones criminales y de muerte, perpetradas por los hombres, hiciste posible que Dios ensalzara al Mesías, que reivindicara a Cristo! ¡¡Ha resucitado!! ¡Está vivo y con su Resurrección ha ganado la vida para nosotros! Casi te doy las gracias Satanás, porque tu inmensa maldad ha hecho patente la Infinita Misericordia de Dios para la humanidad. No pudiste Satán, no doblegaste al ‘Cordero de Dios que quita el pecado del mundo’; más que eso, en este Nuevo Adán, toda la Creación se goza de la Redención. ¡Puro bien venció al mal!
¡A partir de este día solo perderás, nunca más vencerás; pues Cristo ha vencido a la muerte, que eres tú mismo! ¡¡¡Te ha vencido Satán!!! Ahora, cada vez que atentes contra la vida de un Santo, y la tomes, sabes bien que estás encaminando un alma al Reino de los Cielos, tal y como lo dijera Jesús de Nazaret:
“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. . . Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. . . Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. . . Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. . . Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros. ”
¡¿Te quedó claro, Satanás?! Igual que Cristo Jesús el día de su Resurrección, todos estos habitarán los cielos; se irán para siempre de tu mano y de tus males. ¡¡El acecho del Demonio será ahora la antesala del Cielo!!
Qué gran bendición la de María Magdalena (la gran pecadora y endemoniada que dejó todo por el Evangelio), y María de Santiago (Tía de Jesús) de ser las primeras en enterarse de La Resurrección del Señor; debe ser considerado como un acto de deferencia a su entrega y fidelidad.
Yo siempre he pensado que la primicia de este hecho (aunque no lo registren así los Evangelistas), correspondió a María Madre, la más privilegiada entre todas las mujeres. También creo que la Santísima Virgen María lloró lágrimas humanas en la cruz, pero su alma y corazón de ‘Llena de Gracia’ siempre mantuvieron la ‘Alegría de la Resurrección’ presente. Hay un hecho evidente de continuidad teológica que no podemos rechazar: si María fue la primera en saber acerca de la venida del Salvador al mundo; también fue la primera en saber que el Cristo, su Hijo e Hijo de Dios, había resucitado; que había vencido a la muerte y al pecado; que había vencido los acechos del Demonio contra el Mesías. Todo el sufrimiento, la angustia y el acecho constante durante la vida de su Hijo, se transformaron en una inmensa alegría en la Misericordia de Dios.
¡¡No más sufrimientos!! María nunca más sufrirá, ni en su cuerpo ni en su alma. Todo será gozo de hoy en adelante; ante el sufrimiento humano solo habrá regocijo interior, pues se tiene la seguridad del premio del triunfo, que es la Vida Eterna. María Madre nunca más será acosada por el Demonio; será Piedad en vida; será Pilar que mantenga; será Caridad que sane; será La Niña del Cielo que conforte como Madre. Seguirá siendo la Bienaventurada entre todas las mujeres. ¡Y será tomada por Dios en cuerpo y alma al Cielo! Tendrá su propia Asunción, como corresponde a ella, La Madre de Dios. ¡¡¡Bendita sea María Santísima!!!
Afectísimo en Cristo de todos ustedes,
Antonio Garelli
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