PRIMERA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES (22de77)

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¡Alabado sea Jesucristo!

 

México, D.F., Noviembre 11 del 2014

III.2.- PRIMERA MULTIPLICACIÓN

DE LOS PANES Y LOS PECES

(Mt 14, 14-21; Mc 6, 31-44; Lc 9, 10-17; Jn 6, 1-13)

“Después de esto, se fue Jesús a la otra ribera del Mar de Galilea, el de Tiberíades, y mucha gente le seguía porque veían los signo que realizaba en los enfermos.  Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos.  Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. 

Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente. Dice a Felipe: “¿Dónde nos procuraremos panes para que coman éstos?”  Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer.  Felipe le contestó: ‘Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco.’  Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón, Pedro: ‘Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero, ¿qué es eso para tantos?’  Dijo Jesús: “Haced que la gente se siente.”  Había en el lugar mucha hierba.  Se sentaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil.

Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban sentados, y lo mismo los peces, todo lo que quisieron.  Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: “Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda.”  Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.”

 

            Cada uno de los milagros de Jesús tiene una representación muy singular.  Hay los del dominio sobre la muerte, volviendo a la vida; están los de limpieza del alma, con la expulsión de demonios; y también los del dominio de la naturaleza, calmando tempestades.  Éste, el de la multiplicación de los panes y los peces, es multivalente: domina la naturaleza, atiende las necesidades primordiales del hombre y se manifiesta compasivo y misericordioso.  A veces, se llega a pensar que este es una de los más grandes milagros del Señor; pero ni en número lo es.  Aquí son solo cinco mil hombres y con el Endemoniado de Gerasa se enfrenta a seis mil espíritus malignos (una legión, según le asegura el interlocutor de los demonios), que envía a la muerte en dos mil puercos que, arrojándolos, se ahogaron en el lago.

            Sea como fuere, si mayor o menor, la verdad es que cuando uno le pregunta a la gente común (vox populi) cuál es el milagro de Jesús que más recuerda, La Multiplicación de los Panes y los Peces es número uno.  Y lo es en razón natural, pues Jesús soluciona fácil con su Divinidad, un problema que a nosotros nos cuesta mucho: el alimento; también a aquéllos les maravilló, tanto que llegaron a pensar “Este es el profeta que iba a venir al mundo.”, y querían  proclamarlo rey.  Hace poco tiempo, nada dijeron por resucitar a la hija de Jairo; algo verdaderamente extraordinario, pues el Mesías vence a la muerte en ese preciso momento.  Y qué decir del evento en Gerasa, en donde con solo una orden se deshace de miles de diablos; inmediatamente después le piden que deje su ciudad y no vuela más.   Perdónanos, Señor, así somos de torpes los hombres.

            El acecho aquí está muy claro: Satanás, sabiendo lo que quiere hacer el Mesías para manifestar su poder, (porque él sabe lo que los hombres pensamos), le ha reunido al Señor mucha más gente de la que le había visto junta en una sola ocasión.  Dice San Mateo (el mejor de los Apóstoles para los cálculos matemáticos, pues era contador): “. . . Y los que habían comido eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.” Así es que, esta cifra de hombres que repiten los otros tres Evangelistas (sin hacer la aclaración de Mateo), fácilmente podría incrementarse a veinte mil personas si agregamos dos infantes y una mujer por cada hombre (algo muy posible); lo cual convierte a la muchedumbre en el más grande conglomerado de gente que haya visto a Jesucristo de una sola vez, hasta ese momento. 

            ¡Realmente es mucha gente, más aún si se considera que la población más grande del lugar era Cafarnaúm, y ésta solo tenía quince mil habitantes aproximadamente, en ese tiempo!  Entonces, esto quiere decir que miles de personas de las poblaciones de la ribera del Lago de Genesaret se dieron cita en un mismo lugar, algo que nunca había sucedido; y esto no es casual, esto es obra de ‘alguien’ más, y ‘éste’ le quiere echar a perder el momento al Mesías.

            Y Dios hecho hombre, quien también sabe los que piensa el Demonio (porque Él es Dios y todo lo sabe), contrapone al Satán con su Divina acción multiplicadora.  Un poco antes, el habilísimo comerciante de Betsaida, ahora Apóstol Felipe, es probado por el Señor cuando le pregunta: “¿Dónde nos procuraremos panes para que coman éstos?”  Felipe, rápidamente le contesta a Jesús lo imposible del encargo: ‘Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco.’   

(Nada más para que se pueda entender la contestación de Felipe, déjenme poner el valor de la respuesta en números que se manejan ahora.  El Denario era una moneda romana de oro o de plata.  Un Denario, pesaba 4.55 gramos de oro puro.  Multiplicando se tiene que, la desmedida respuesta del de Betsaida es igual a ¡casi un kilogramo de oro; o sea, diecisiete Centenarios o bien, ocho mil U.S. dólares!  Claro está, Felipe no lo decía por el valor intrínseco de las monedas, sino por lo descomunal de la tarea que su Divino Maestro le estaba encargando.)

            Sin embargo, ante el escepticismo de Felipe, Andrés, quien sí entendió lo que Jesucristo estaba hablando (hay que recordar que cuando le platica a su hermano Simón, Pedro, acerca de Jesús, se refiere a Él diciéndole: “Hemos encontrado al Mesías”; lo que significa que éste sí sabía quién era el Maestro), le lleva los panes y los peces para que el Mesías, el Hijo de Dios Vivo, realice el milagro.  Fe, eso fue lo que Andrés puso en su acción.

            El mismo proceso del Demonio desde el mismísimo Edén: sembrar la duda; opacar la veracidad a lo dicho por Dios.  Felipe falló al juzgar humana-mente el deseo del Señor; Andrés acertó, anteponiendo los Dones Divinos a las posibilidades materiales.

            Satanás no la va a tener fácil de hoy en adelante; los discípulos de Cristo Jesús ya se están involucrando, y están dispuestos a enfrentarlo.  Esta es la primera ocasión en que se interesan por hacer algo para la gloria de Dios y de su amado Hijo, así continuarán y más adelante, lo harán mejor.  ¡Benditos sean los Santos Apóstoles de Cristo que con su participación iniciaron la multiplicación de los dones del Mesías!

Afectísimo en Cristo de todos ustedes,

Antonio Garelli

 

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Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.



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