¡Alabado sea Jesucristo!
Julio 3 del 2014
SAN IRENEO Y SANTA MUSTIOLA
MÁRTIRES
En el tiempo del Emperador Aureliano, era Turcio procónsul en la ciudad de Clusi, en Toscana o Etruria; y ejecutando el edicto imperial contra los cristianos en la ciudad de Sutri, el primero al que llamó a su tribunal fue al presbítero Félix, ordenando que lo sacasen de la ciudad y lo apedreasen hasta su muerte; tal como sucedió.
Tomó secretamente el cuerpo despedazado de aquel santo mártir, el fervoroso cristiano San Ireneo y habiéndolo sepultado junto a los muros de la ciudad, llegó la noticia de esta obra piadosa a los oídos del cruel prefecto, por lo cual le mandó prender, y colgándole de cadenas le hizo venir siguiendo su carroza hasta la ciudad de Clusi, donde lo puso en la cárcel con otros muchos cristianos presos.
Una doncella y señora rica llamada Mustiola, que era prima hermana del Príncipe Claudio, visitaba con frecuencia a aquellos fidelísimos soldados de Jesucristo, y con sus recursos propios favorecía sus necesidades y les regalaba cuanto podía. Dieron cuenta a Turcio de la gran caridad que la ilustre y santa virgen usaba con los cristianos presos, ante lo cual este bárbaro juez la mandó prender, sin reparar en su gran nobleza.
Entonces, con el fin de poner espanto y terror a los cristianos de la ciudad, hizo degollar en un solo día a todos los que tenía cargados de prisiones en la cárcel, dejando solamente con vida a San Ireneo, en el cual quiso todos los artificios de su crueldad para amedrentar y rendir, si fuera posible, el ánimo valeroso de aquella santa doncella.
Mandó, pues, que a su vista colgasen en el potro a Ireneo; y que en aquella máquina le descoyuntasen los miembros, le despedazasen con uñas aceradas y pusiesen fuego por debajo, hasta que, sin quitarle del tormento, perdiese la vida. Lo hicieron así los inhumanos verdugos con aquel fortísimo mártir de Cristo, con extraña crueldad, para ver si conseguían quebrantar la constancia y espíritu admirable del hombre o hacer mella en el pecho acongojado de la gloriosa virgen que estaba presente en el horrible martirio.
Luego que San Ireneo acabó con su vida mortal, mandó el impío juez que azotasen rigurosamente a la santa virgen con cordeles emplomados, hasta que ella se rindiese o acabase su vida; lo cual ejecutaron los mismos sayones que habían martirizado a San Ireneo, y en este suplicio murió aquella castísima esposa del Señor, siguiendo en la gloria del cielo al que había sido ejemplo de fortaleza en el martirio.
Los dos cuerpos enterró cerca de los muros de la ciudad de Clusi, Marcos, varón cristiano y religioso, donde hoy tienen un suntuoso templo los mártires santos, y hacen continuos milagros, con los que es Dios en ellos Glorioso, como siempre, en sus santos. Todo esto que ocurrió en el 275 Anno Domini.
Afectísimo en Cristo de todos ustedes,
Antonio Garelli
Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.
͏ ͏ ͏