Había una vez un joven estudiante muy alegre, amigable y positivo, en su casa había grandes problemas, su padre era un hombre duro y violento, su madre una mujer trabajadora y entregada, así que Gabriel se dedicaba a todo a la vez, el cuidaba a sus hermanos, atendía la casa y hacia sus tareas claro, y daba el máximo en todas las cosas. Pero también muchas veces se sentía débil, impotente, enojado, pequeño, insignificante….y nadie le hacía ver lo mucho que lograba en cada paso.

Un día en el colegio, sintió un fuerte dolor en la pierna, un dolor que parecía sin importancia, aunque más tarde le diría el doctor que era un leve cáncer. El cáncer es llamado una enfermedad sin razón aparente, no hay nada que lo cause y nada que lo detenga, otros más dicen que es una fuerte carga de sentimientos que no son expresados nunca y que se van almacenando en el cuerpo. Gabriel sabía que era doloroso, pero el no creía que fuera algo malo, él creía que esas células que se negaban a salir morir eran las fuerzas y la energía que el guardaba.

Un super héroe nace tras vivir una gran tragedia, una perdida, una necesidad, pero un super héroe es aquel que sabe sacar de todo eso la fuerza y la vida. No es aquel que hace grandes cosas extraordinarias todos los días, sino aquel que todos los días hace las cosas extraordinariamente bien.

Él tuvo el super poder de unir y fortalecer a su familia, de asombrar y animar a los demás,  de mostrar que el trabajo duro puede hacerse aun con unas muletas  que con ellas es más divertido jugar futbol, que las bicicletas pueden correr solo con un pedal, que los días son del color que tú los pintas y que las enfermedades pueden ser la más grande arma para un super héroe.